
El reciente Benidorm Fest ha dejado a muchos con un sabor amargo (y no solamente por las melodías que se escucharon en el escenario).
La decisión del jurado de valorar propuestas que, a todas luces, carecen del talento necesario para representar a España en un evento tan relevante como Eurovisión es, cuando menos, preocupante.
Este evento debería ser una exposición de lo más destacado de la música española. Sin embargo parece que se ha transformado en un desfile de vulgaridad. Es preocupante cómo voces que erizan la piel (y no por ser apoteósicas) y composiciones que parecen triviales han conseguido ubicarse en el núcleo del jurado. Y es que elegir canciones que solo son fruto de un marketing superficial es una ofensa tanto para los artistas que se empeñan en brindar contenido de alta calidad como para un público que merece algo más significativo.
Es tiempo de que el Benidorm Fest ponga encima de la mesa cuáles son sus prioridades y cuál es el rol de su jurado. Es necesario un jurado que no solo valore el espectáculo superficial, sino que sea capaz de distinguir el verdadero talento de aquel que no lo es. Solo de esta manera podremos volver a vivir un festival que no solo entretenga, sino que también enriquezca nuestra cultura musical.
La música merece ser tratada con respeto, y es la responsabilidad del jurado decidir si la mediocridad será realmente lo que nos represente en el escenario europeo.
Como muestra de la falta de profesionalidad del jurado, podemos ver esta actitud chulesca hacia el público, vivida en la primera semifinal del Benidorm Fest (vídeo aportado por Josevi Blázquez):