
Desde Brasil nos llega una historia de esas que no necesitan demasiado para tocarnos el alma. Se llama ‘Caramelo’, y aterriza en Netflix hoy mismo.
Es una película sencilla, pero con una ternura que desborda y que invita a respirar hondo. Es de esas cintas que, sin buscarlo, nos hacen mirar un poquito diferente la vida.
La dirige Diego Freitas, y tiene como protagonista a Pedro, un chef joven con sueños grandes que, de pronto, se enfrenta a una de esas curvas inesperadas que da la vida. Justo cuando parece que todo se detiene, aparece él: ‘Caramelo’, un perro callejero, de esos de pelo caramelo, de mirada noble y andar callejero. Y desde ahí todo cambia. No porque ocurra un milagro cinematográfico, sino porque el vínculo entre los dos se convierte en el hilo que va cosiendo las heridas, una a una.
Rafael Vitti interpreta a Pedro, y lo hace con una humanidad que traspasa. También aparecen nombres reconocidos en Brasil, y una participación especial de la chef Paola Carosella, aportando ese toque real a una historia que se mueve entre fogones, diagnósticos y afectos. Pero la estrella es ‘Caramelo’, que no actúa: simplemente es. Y eso basta.
Lo que me emociona de ‘Caramelo’ no es sólo la historia en sí, sino lo que representa. En Brasil, los perros mestizos de pelaje caramelo se han convertido en símbolos. Son parte del paisaje urbano, muchas veces ignorados, pero siempre presentes. Que Netflix les dé este espacio es, de alguna forma, un homenaje a todos ellos. A los que esperan en las calles, a los que curan sin hablar, a los que acompañan sin pedir nada.
No es una historia trágica, tampoco de superación forzada. Es una película que camina despacio, que se detiene en los detalles, en las pequeñas cosas. Y eso, a veces, es justo lo que necesitamos. ‘Caramelo’ habla del amor, sí, pero también del dolor, del miedo, de la esperanza y de la forma en que los lazos más improbables pueden sostenernos cuando todo tiembla.
¿Te animas a dejarte acariciar por esta historia?