
Netflix se pone reivindicativa con el estreno de ‘La nueva brigada’, la lucha de las primeras mujeres policía en Suecia.
Una serie que combina drama histórico y mirada feminista para contar cómo un grupo de pioneras abrió camino en un mundo que no las quería dentro.
Una historia que no podía seguir callada
Netflix estrena ‘La nueva brigada’, una producción sueca ambientada en los años cincuenta que narra la llegada de las primeras mujeres policía a las calles de Estocolmo. Hasta entonces, ellas habían sido relegadas a trabajos administrativos, sin posibilidad de ejercer autoridad. La serie pone el foco en esas pioneras que, con faldas y tacones como uniforme, entraron en un territorio hostil: una institución diseñada para que fracasaran.
Pero no lo hicieron. Resistieron. Y con su sola presencia, cambiaron el rumbo de la historia.
Más que una ficción: un espejo incómodo
La trama sigue a estas mujeres en su incorporación al distrito de Klara, la zona más conflictiva de la capital. Allí, entre criminalidad y prejuicios, enfrentan no solo el desafío de ser policías, sino el estigma de ser mujeres en un cuerpo policial que las miraba como anomalía.
‘La nueva brigada’ no endulza su relato. Nos recuerda que cada conquista femenina ha estado marcada por humillaciones y resistencias. No eran heroínas perfectas ni mártires de póster: eran profesionales que exigían ser reconocidas como tales.
Hoy, cuando más de un tercio de la policía sueca está compuesta por mujeres, esta historia se revela como el eco de una lucha que sigue viva. Porque la pregunta persiste: ¿cuántas faldas simbólicas nos obligan aún a llevar para demostrar que valemos?
Vocación política y resonancia actual
Dirigida por Rojda Sekersöz y Julia Lindström, con un guion de Patrik Ehrnst, Antonia Pyk y Elin Randin, la serie combina rigor histórico con denuncia social. Cada plano, cada diálogo, es un recordatorio de que ser la primera en un espacio patriarcal nunca fue motivo de celebración, sino de resistencia.
Netflix lanza ‘La nueva brigada’ en un momento donde la conversación sobre igualdad y violencia institucional está más encendida que nunca. Y esa elección no es casual: es una apuesta por rescatar luchas invisibles y convertirlas en memoria cultural.
Columna final
Ver ‘La nueva brigada’ no es solo un ejercicio de memoria; es un acto político. Quien crea que se trata de una historia lejana, anclada en la Suecia de 1957, se equivoca. Cambian los uniformes, cambian los escenarios, pero la dinámica persiste: todavía hay mujeres que entran en espacios donde cada error se convierte en un argumento contra todas.
Ser pionera nunca fue un título honorífico, sino una condena a caminar sobre cristales. Lo que esta serie nos recuerda es que cada derecho que hoy disfrutamos nació del desgaste de las que se atrevieron primero.
El mensaje no es que ellas pudieron. El mensaje es que nosotras seguimos pudiendo, aunque el sistema insista en imponernos faldas simbólicas para correr una carrera diseñada para hombres.